#5 - Estilo, Decoración y Ornamentos: Códice para entender la arquitectura en clave de poesía.
Las obras arquitectónicas, en cuanto construcciones, también tienen rasgos distintivos que le otorgan una identidad particular. A esa identidad detallada y codificada, que en última instancia diferencia, caracteriza e inmortaliza ciertas edificaciones se le puede llamar estilo. El estilo responde a una forma estructurada, pensada y reglamentada de hacer que el componente artístico, que propone utilizar la creatividad en la búsqueda de la belleza en la arquitectura se pueda dar de forma tal que se pueda producir tomando forma en un modelo particular. A su vez, la idea de estilo está totalmente vinculado a los contextos, es decir, al periodo histórico, utilización y localización del espacio, además de recibir influencias sociales, económicas, ambientales y estéticas que informan la creación de un canon estilístico. En ese sentido, el buen estilo es aquel que rompe con los esquemas, una creación nueva que puede, utilizando lo que existe, potenciar algo totalmente innovador, pero que a la vez sea balanceado, armonioso, y más importante, que diga algo. La repetición, eficiencia en forma, belleza y cohesividad son ciertamente los factores importantes que logran definir un estilo y al final, lo que un estilo busca es relegar algo a la memoria en los muros de algo que se construyó. En ese sentido, el estilo está “ligado a la memoria” en cuanto que, “la arquitectura es música congelada”, como dijera Johann Wolfgang von Goethe.
La decoración cumple su parte cuando viabiliza al estilo, compone una serie de elementos que “transmiten orden y belleza”. A su vez, una colección de objetos que envuelve todo el espacio, que es fundamentalmente decoración, sirve para elevar los espacios, pero no como algo externo, sino desde sí. Es decir que la verdadera decoración, no es algo aparte, sino que es puramente la estructura, parafraseando a Lloyd Right. En esa misma línea, la ornamentación escribe en la arquitectura, infunde forma, estilo y personalidad. Hay concluir que sin ornamentos que busquen estilizar una obra arquitectónica, la misma pierde el misticismo, la realidad poética de un lenguaje que se escribe con ladrillo, madera o cualquier elemento. Y es que los ornamentos son motivos, formas que se repiten, forman un lenguaje arquitectónico que comunica lo que una construcción pretende ser. Y es que las edificaciones en su afán por comunicar, tienen que entablar puentes de diálogo con el espectador, así, “la percepción de un edificio se convierte en la percepción de sus accesorios”, Adolf Loos.
Los ornamentos son elementos composicionales que “sugieren una fuerza continua, viva y en movimiento, capaz de ocupar todo el campo visual”. Los ornamentos, interesantemente son los que crean el sistema decorativo, en el detalle y la repetición. Gaudi, primado arquitecto catalan, conocido por su amplia utilización de los ornamentos para crear sistemas de decorado interesantemente imprime una significación literaria y poética a la arquitectura. Se podría parafrasear sus notas, como sigue, la arquitectura tiene que representar ideas poéticas que recuerden motivos, puesto que la ornamentación para él sirve como legado poético. El diálogo que se da en la arquitectura mediante la decoración y los ornamentos es vivo, constructivo, permite que la persona se sienta inmersa en los espacios que usa, y permite al arquitecto volcarse en un proyecto donde puede decir, legar y exponer algo al mundo. Cabe destacar que el arte se cuela procurando generar belleza en los espacios arquitectónicos mediante los ornamentos, decoraciones y por ende, definiendo un estilo particular.
Se debe concluir que la arquitectura no puede ser sino integra un código estilístico. La poesía, la belleza, la realidad estética de la arquitectura es integral y formativa en la medida que no es algo que se integra, sino que es íntegramente parte de. La forma arquitectónica tiene un mensaje, encierra un significado más importante, ese que se expresa en las pequeñeces, repeticiones y formas estructuradas. No puede hacer puramente piedra, ni puramente ornamento, vuelve todo a la idea del balance, belleza y funcionalidad. En ese sentido, Gottfried Semper escribió, ““La arquitectura comienza con el ornamento. No se trata sólo de que la arquitectura de un edificio se encuentre en la decoración de su estructura. estrictamente hablando, sólo la decoración es estructural. No hay edificio sin decoración. Es decoración que construye…”.
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