# 6 - Bramante: Entre el cielo y la tierra, el arte de la belleza en la sobriedad renacentista.

 Donato d'Angelo, mejor conocido como Bramante, fue un renombrado artista y arquitecto italiano que llevó el estilo arquitectónico Renacimiento a su cúspide mediante la planificación y diseño de obras que existen hasta el dia de hoy como testamento a la grandiosidad artística de una época particular en Italia. Su intervención directa  en obras del calibre de la Basílica de San Pedro o el Templete de San Pedro en Montorio han dejado un legado indeleble en la arquitectura de su tiempo que resaltan su gestión hasta hoy. Nacido cerca de la provincia de Urbino, comenzó su formación artística en pintura, dejando importantes obras como Cristo en la Columna, un óleo que muestra la flagelacion de Jesus, sin embargo, fue su gesta arquitectónica, la que lo llevó a la cúspide de su gestión plástica. Centro su vida en el trabajo que hizo en Milán, donde introdujo el lenguaje renacentista y luego en Roma donde fue precursor del “Alto Renacimiento”. En ese sentido, las obras de Bramante se caracterizaron por una profunda atención al detalle. Eso queda demostrado al notar sus diseños, donde se puede ver la utilización de ornamentos estilizados, pero siempre procurando crear espacios con un tono armonioso, proporcional y coherente. 

Influenciado por los grandes maestros Filippo Brunelleschi y Leon Battista Alberti, se puede ver una clara inclinación a la búsqueda de la belleza armoniosa y estructural en los espacios sagrados y seculares. Bramante es reconocido por su innovación al primar la perspectiva, incluyendo la intencionalidad de crear espacios con diversas profundidades, distancias y espacios, cosa que denota novedad y visión arquitectónica. En Milán, cuando todavía Italia no era un estado unificado, y la arquitectura era una forma importante para demarcar el poderío de las ciudades estados, Bramante encontró un patrocinador en Ludovico Sforza "el Moro", quien gobernó la ciudad durante dos décadas. Sforza, aficionado de la ingeniería, y deseoso de mostrar la grandiosidad de su ciudad-estado, se volcó en financiar los proyectos de Bramante. En ese sentido, Milán fue la escuela, el lugar donde Bramante logró definir el estilo renacentista, cosa que formó su lenguaje arquitectónico. Es importante destacar que Bramante fue un artista que se abrió a la influencia de sus amistades, y  durante su estancia en Milán, antes de la caída del poder de Sforza, se hizo amigo íntimo de Leonardo da Vinci. Entre las edificaciones más importantes de esa época está el Castillo Sforza, la iglesia Santa Maria delle Grazie y el  claustros de Sant'Ambrogio. 

Trasladado a Roma, movido por su creciente interés en conocer la antigua capital de la modernidad europea, creó una fama importante y consiguió al mecenas más importante, el Papa Papa Julio II. Bramante, un hábil arquitecto probado en Milán, trae consigo conocimientos incalculables, era el predilecto precursor del estilo renacentista, inspirado por su interés en conocer más sobre la sobria e imponente arquitectura románica. El alto renacimiento, estilo que utilizó en Roma, se caracterizó por su atención a los temas humanistas y clásicos, la búsqueda de la precisión naturalista, perfección y el equilibrio, además de la manipulación con luces y sombras en gradación de colores, para determinar los espacios  y la utilización de las ciencias exactas para perfeccionar sus modelos. Interesado en finalizar los proyectos conducentes a crear una sede imponente y estable para el Papado, el Papa Julio II se volcó en apoyar el plan de Bramante de destruir las ruinas y reiniciar su proyecto más importante, y la Sede de la Iglesia Católica, la Basílica de San Pedro en Roma.  Cabe destacar que el producto final de la Basílica no es fiel a los bocetos iniciales de Bramante, es decir, que no es idéntica, pero tampoco diametralmente opuesta. La razón de lo anterior es que Bramante murió antes de que terminara la construcción, para la que tomó inspiración del Panteón y la Catedral de Florencia, y fue modificada por Rafael y Miguel Angel. Con el monumental diseño de la Basílica, el Patio de Belvedere y la Cancillería, Bramante pasó a ser el artífice del renacimiento romano. 

La obra de Bramante cambió la historia de la arquitectura renacentista según se puede determinar mirando ahora la extensión de su influencia en Roma y el arte en general. Nombrado el padre del renacimiento romano en el movimiento del Cinquecento, su huella es visible. Su intencional búsqueda de la belleza, armonía y perfección mediante la innovación en sus diseños convirtió su trabajo en una oda y puente a lo divino. El lenguaje arquitectónico que no se conforman con llenar todo, sino de crear espacios simples, balanceados, pero monumentales y  grandiosos sirve para  demostrar que ambas intenciones pueden convivir en una construcción.  Ciertamente, la fuerza de Bramante reside en la atemporalidad y magnanimidad pulcra de su arte.